sábado, 29 de enero de 2011

Los dioses andinos: Pariacaca, la cueva Cuchimacahy y el camino inca de Pachacamac hacia Jauja.

El camino de los dioses

Los dioses andinos protegían a sus hijos, pero también guerreaban con otros dioses, como en la mitología griega.

Por: Ronald Portocarrero

En los orígenes de la cosmovisión de nuestros antiguos pueblos los dioses surgen de la tierra, tienen hijos, se aman, fecundan mujeres transformándose en aves multicolores (como en el mito de Cuniraya). Pero estas divinidades son tan antiguas como la presencia de los primeros hombres en estas tierras. Con el tiempo, estos viejos dioses se perpetuaron en montañas, cuevas o lagunas, que aún hasta hoy siguen siendo rutas de peregrinaje.

Entre los mitos andinos pre hispánicos, una de estas divinidades es el dios Pariacaca, cuyo lugar se encuentra en la provincia de Huarochirí, en Lima. Con los incas, Pariacaca se convierte en uno de los mayores apus junto con Pachacamac y el sol, en una especie de trinidad celeste. Incluso geográficamente, Pariacaca aparece en el medio de un antigua ruta que unía los recintos sagrados de Pachacamac con los del Cusco.

Cada recinto era como la casa donde la divinidad habitaba y a la que acudían los hombres para pedir protección o dar testimonio de su fe y su respeto. Los cronistas españoles testimoniaron estos lugares, lo que permitió a la iglesia del siglo XVI, seguir el rastro de los peregrinos para destruir sus lugares paganos mediante lo que ellos llamaron la extirpación de idolatrías, que no era otra cosa que la intolerancia religiosa y el menosprecio por los hombre que no pensaban como ellos. Pero nunca pudieron destruir una montaña como el Apu Pariacaca. Para someter a los dioses andinos había que exterminar a los hombres. Para ello se valían del miedo, la hoguera, la soga en el cuello, la espada en la mano y la cruz en la empuñadura.

Los lugares del culto a Pariacaca se encuentran en la ruta del camino inca que partiendo de Pachacamac va hacia Jauja y recorre las cuencas de los ríos Lurín, Mala, Cañete y Mantaro. Pero es en la cuenca alta del río Cañete donde se ubica el Pariacaca.

Hay en medio de los enormes roqueríos una gran cueva llamada Cuchimacahy, un lugar que muestra testimonios muy antiguos de la presencia de los hombres en este lugar, por las estilizadas pinturas rupestres allí encontradas.

Pedro Cieza de León, el gran cronista español refiere este lugar con admiración: “Los que leyeren este libro y hobiesen estado en el Perú miren el camino que va desde Lima a Xauxa por las sierras tan ásperas de Huarochirí y por la montaña nevada de Pariacaca…[Tupac Yupanqui] dio la vuelta al Cuzco por un camino que le hizo, que va a salir al valle de Xauxa, que recorre por la nevada sierra de Pariacaca, que no es poco de ver y notar su grandeza y cuán grandes escaleras tiene, y hoy día se ven por entre aquellas nieves, para la poder pasar”.

Se refiere por supuesto a la construcción de una escalera inca de 2,000 peldaños y 337 metros de altura.

Los curas españoles no pudieron derrotar a los dioses andinos. Ellos todavía viven y convocan a nuevos peregrinos.

Fuente: Diario La Primera (Perú). 29 de enero del 2011.

lunes, 24 de enero de 2011

La primera gran extinción de seres vivos (hace 250 millones de años) fue causada por erupciones volcánicas masivas.

Volcanes y carbón extinguieron el planeta hace 250 millones de años

La primera gran extinción de seres vivos, fechada en la Tierra hace unos 250 millones de años, fue causada por erupciones volcánicas masivas que provocaron gigantescas nubes de cenizas, dijeron este lunes investigadores de Universidad de Calgary, en Canadá.

De acuerdo con la investigación publicada en la revista Nature Geoscience, las nubes de ceniza, generaron un aumento de las temperaturas y la acidificación de los océanos que acabaron con el 95 por ciento de la vida marina y un 70 por ciento de la terrestre durante el periodo Permiano.

Los expertos explican que la peor extinción ocurrida en la Tierra y que es conocida como la Gran Muerte se diferencia mucho de la ocurrida con los dinosaurios, hace unos 65 millones de años y que fue provocada -según la mayoría de los científicos- por el impacto de un meteorito.

Según Stephen Grasby, del departamento de Geociencia de la Universidad de Calgary, y sus colegas Benoit Beauchamp y Hamed Sanei, las pruebas recogidas por su equipo en el Ártico canadiense avalan la teoría de que erupciones en la región que se conoce como Siberia provocaron el incendio de cantidades masivas de carbón en la región que provocaron las nubes de cenizas.

Para ello, recolectaron en el Ártico capas de materia orgánica similar a las que producen las plantas que producen electricidad quemando carbón.

Las nubes de ceniza no solo provocaron el calentamiento del planeta sino que eran muy tóxicas, por lo que el daño se incrementó cuando se depositaron sobre la tierra y los océanos, lo que provocó la desaparición a gran escala de seres vertebrados sino también de insectos.

Durante 200.000 años la ceniza borró de la faz de la Tierra todas las formas superiores de vida, que tardarían cinco millones de años en reaparecer, dijeron los científicos
(con información de EFE).

Fuente: Diario La República (Perú). Lunes 24 Enero, 2011.

domingo, 2 de enero de 2011

Los forusrácidos, las aves de rapiña más grandes que hayan existido.

Los reyes prehumanos de Suramérica

Por: Isaac Bigio (Internacionalista)

El Estado imperial más grande que haya creado Suramérica fue el de los emperadores brasileños Pedro I y II (1822-89) y, en la época precolombina, el de los incas (pre-1532). Sin embargo, allí, antes que los humanos llegaran (hace poco más de diez mil años), hubo un reino mucho más vasto y duradero, el mismo que se extendió a la mayor parte de su extenso territorio. Este no duró algunas décadas sino decenas de millones de años.

Hace 65 millones de años, cuando se produjo la masiva extinción de los grandes dinosaurios, nuestro planeta pasó de la era cretácica a la actual (el Cenozoico), en la misma en la cual el continente de Suramérica se constituyó como tal separándose paulatinamente de Australia, India, África, India y Antártica.

Durante la mayor parte de su existencia como tal América del Sur estuvo reinada por seres que caminaban parados en dos patas y cuya altura se asemejaba a la nuestra.

Si bien Suramérica fue el último continente al cual llegaron los humanos, hasta cuando los primeros homínidos surgieron en el África hace más de 2 millones de años, éste fue el único continente cuyo sistema ecológico estuvo encabezado por cazadores bípedos. Estos eran varias veces mayores a los caballos de entonces y se alimentaba de éstos, llamas, osos, tapires, armadillos y perezosos gigantes, etc.

Estos no eran simios (quienes nunca llegaron del Viejo al Nuevo Mundo) ni tampoco mamíferos.

Eran parientes lejanos de los tiranosaurios, quienes fueron los jerarcas de la fauna norteamericana hasta antes que un meteoro les exterminase a ellos y a la mayor parte de los animales del mundo cretácico. Al igual que los tiranosaurios, estos feroces carnívoros suramericanos corrían sobre dos extremidades inferiores, tenían 2 extremidades superiores que no podían tocarse entre ellas y su gigante mordedura era letal.

Mientras los norteamericanos de hoy viven obsesionados con los tiranosaurios produciendo películas, exhibiciones, personajes, juguetes y documentales a granel sobre ellos, los suramericanos vivimos ignorando a estos animales, quienes vivieron más tiempo y estuvieron cronológicamente más cercanos a nosotros. Es más, la gran mayoría de los suramericanos ni siquiera ha oído hablar de los forusrácidos, que es el nombre que éstos tienen.

Estos no llegaron a tener el tamaño ni el peso de los tiranosaurios, pero sí sobrepasaban al de muchos dinosaurios raptores. Sin embargo, superando los 2 metros de altura y los 3 de largo los forusrácidos tienen el mérito de estar entre las aves de rapiña más grandes que hayan existido. Estos emplumados carecían de colmillos, pero tenían un pico muy filudo.

Entre 17 y 25 especies de ellos se han clasificado, siendo la mayor el "kalenkan" recientemente descubierto en Patagonia, cuyo pico es el más grande y letal de todos los que se conocen en el mundo. Este mide más de 70 centímetros (el doble de una cabeza humana). Cada día debía devorar entre 10 y 15 kilos de carne para mantener su peso de casi 200 kilos.

Fuente: Diario Correo (Perú). 02 de Enero del 2011.