lunes, 26 de agosto de 2013

Los Moche y las guerras rituales. Sacrificios humanos y religión Mochica.

Utilizaban para ello prisioneros de guerra, dice arqueóloga tras estudiar el tema. Comían perros y lagartos.

Los Moche hacían sacrificios humanos

Con la seguridad que su muerte significaría bonanza para sus pueblos, durante el periodo de la cultura Moche se realizaron sacrificios humanos, reveló la arqueóloga Claudia Michetti durante su exposición “Sacrificios humanos de prisioneros de guerra. Nuevas aportaciones sobre el estado Moche. Un análisis arqueológico e iconográfico”.

Por: Denis Merino

La científica hizo la disertación en el auditorio del Museo Nacional de Antropología, Arqueología e Historia del Perú de Pueblo Libre.

Graduada en México y licenciada y con maestría en Bellas Artes en Argentina, la especialista sostuvo que siempre le fascinó la historia de las culturas aztecas y del antiguo Perú, por lo que durante años investigó, particularmente, la cultura Moche-Mochica, lo que le sirvió para su tesis de graduación.

Señaló que varias teorías y los elementos estudiados demostraron que en los estados Moche se realizaban guerras rituales para conseguir prisioneros “que con su sangre y sus miembros descuartizados agradaban a sus dioses y al Señor Máximo de cada estado que habitaban en diferentes huacas, dependiendo el valle determinado por los ríos que bajaban de la cordillera andina”.

Incluso en la conferencia llegó a señalar que ciertas prácticas de sacrificios aún se conservan particularmente en zonas mineras. Un asistente que dijo ser trabajador de minas, aseguró que todavía se ofrecen campesinos, que misteriosamente desaparecen, a los cerros tutelares o apus.

“Basándonos en las guerras rituales que se han analizado, tanto en dibujos como en los vasos de cerámica, en murales de huacas (pirámides), hemos observado que las guerras rituales eran y muy importantes para la vida sobrenatural de este pueblo. Los prisioneros sacrificados eran ofrecidos a los dioses y al Señor Supremo, Jefe de ejército y sacerdote (Inti), el cual bebía su sangre, lo que consideraban agradaba a los dioses. En la huaca de La Luna se encontraron restos de dichos sacrificios”, aseveró.

¿CONTINÚAN PRÁCTICAS?

Puntualizó que aún en la actualidad se siguen practicando guerras rituales conocida como “tupay” o “tinkuy”, tanto en Perú como en Bolivia. 

“En Chiaraje y Tocto, para las fiestas de San Sebastián, todos los 20 de enero de cada año se realiza una batalla ritual en un lugar denominado Chiaraje–Trito, este lugar no es Chiaraje sino Ch’araje, que significa ‘el lugar donde existe y se produce sangre coagulada’; estas batallas se realizan una semana antes de los carnavales, es decir, durante las fiestas de los compadres”.

Sobre el particular menciona a un testigo que reseña “… A medida que va pasando el tiempo sube el tono de las voces de insultos e improperios dirigidos a los enemigos. Estos, a su vez, hacen lo mismo. En este instante del desarrollo de la batalla nadie puede penetrar en el bando contrario y, si así llegase a ocurrir y se percatan, lo toman como prisionero, llega a darse el caso de que, en ese acontecer, le den alcance y lo golpeen hasta matarlo”.

Continúa: “Los que entran en el campo enemigo arriesgan sus vidas. Durante estas contiendas o batallas los grupos de jóvenes, viejos y mujeres, entonan canciones alusivas a la batalla, lo hacen para infundirse valor, alegría y quizá también tristeza, pensando en que una de las piedras de las que se lanzan entre ellos pueden acabar con sus vidas. Todo esto sería “obra del destino, del deseo de los apus (cerros), de la Pachamama (madre tierra), de Taytacha Dios y de su hijo Jesucristo”.

Una de las principales motivaciones para participar en estas batallas rituales es la creencia que participar en las mismas, la producción agrícola y ganadera, será mejor para el año que comienza.

DESARROLLO

La cultura Moche o Mochica que se desarrolla entre los siglos I al VI DC. ocupó las actuales regiones de Áncash, La Libertad, Piura y Lambayeque. Los restos de sus colosales templos piramidales, palacios, fortificaciones, cementerios y obras de irrigación, así como urbanizaciones, mercados, talleres, redes de caminos y estaciones de descanso o tambos, “testimonian su alto desarrollo artístico, tecnológico y compleja organización”, dijo Michetti.


Explicó la división de la sociedad Moche en clases sociales. Los grandes señores y la elite vivían en huacas que se encontraban amuralladas y las clases más bajas fuera de estas zonas. También había áreas para los sacerdotes y los guerreros.

“El pueblo tenía acceso a los sacerdotes que les informaban de los sacrificios humanos, también por los relatos de sus antepasados, incluso en algunos ocasiones podía observar algunos de estos. Era una cultura que estaba constituida como un estado teocrático”.

“Cada uno de los valles donde se localizan las diferentes poblaciones, posee una riqueza natural distinta durante todo el año. En la zona de montaña se puede encontrar llamas, distintos tipos de papa, marihuana, etc., en la zona de los valles se dan diferentes tipos de maíz y otras clases de papa, también se da la crianza de cuyes y de llamas, los ciervos son solo para la Elite y se obtienen por medio de la cacería organizada”, indicó la arqueóloga.

COMÍAN PERROS Y LAGARTOS

También mencionó la cría de perros para su alimentación al igual que algunos lagartos. En la zona de los ríos se encuentran lo que se conoce como bagres, los que están pintados en la huaca de La Luna y en la tumba de la sacerdotisa de Cao. Su alimentación se completaba con animales de mar. 


La arqueóloga, pintora y escultora, señala que las clases sociales en los Moche se dan de acuerdo a la elite y las relaciones sociales de producción, “existía una división tanto a nivel fuerza de trabajo físico como intelectual, en este caso traducido a lo religioso que habría estado al servicio del Señor gobernante de cada valle”.

Sobre la denominación Huaca, explicó que se usó para describir una variedad de lugares y objetos naturales y de obra humana, por ejemplo, divinidades nativas, que incluyen piedras, rocas, montañas, cerros, fuentes, ídolos, los santuarios dedicados a aquellas divinidades y las cuevas y enterratorios en que se encontraban tesoros. 

“Además, se empleó como una categoría de parentesco, y tuvo un uso amplio para referirse a los antepasados lejanos y a los objetos y fenómenos extraños o extraordinarios”, dijo.

Fuente: Diario La Primera. 25 de agosto del 2013.

sábado, 27 de julio de 2013

martes, 22 de enero de 2013

domingo, 13 de noviembre de 2011

Los templos más antiguos del valle de Lima: El Paraíso del río Chillón, el de Garagay en San Martín de Porres, la Florida en el Rímac, Pampa de Cueva en Independencia, Las Salinas en El Agustino.

Lima, ciudad milenaria

Investigaciones y trabajos arqueológicos de los últimos 30 años han dejado al descubierto un proceso urbano que ocupa los valles de Lima de manera intensa y sofisticada desde hace por lo menos 4.000 años. Hoy esta información empieza a salir a la luz en la campaña de este Diario.

Por: Javier Lizarzaburu

“Después de descubrirse la agricultura, los pobladores de las aldeas construyen, cercanos a sus viviendas y a sus terrenos de cultivo, centros ceremoniales para adorar a sus dioses y albergar a sacerdotes que manejaban conocimientos de astronomía, de riego y de distribución del agua. Estos templos se extienden por todo el valle de Lima: El Paraíso del río Chillón, el de Garagay en San Martín de Porres, la Florida en el Rímac, Pampa de Cueva en Independencia, Las Salinas en El Agustino, etc.” (Juan Gunther, Jornadas de Lima).

Lima ocupa una posición única: pertenece a un pequeño grupo de ciudades alrededor del mundo que poseen arquitectura cuya antigüedad se cuenta en miles de años. A diferencia de aquellos otros lugares, aquí este legado es desconocido por la mayoría de la población.

El primer ejemplo de esta arquitectura monumental que se levanta en nuestros valles se remonta a unos 4.000 años: El Paraíso, en el distrito de San Martín de Porres, considerada la construcción más antigua.

Por otro lado, es cierto que, además del desconocimiento que existe, nuevos descubrimientos arqueológicos han obligado a los especialistas a revisar nociones pre-existentes.

REVISIÓN

El caso más representativo es Cajamarquilla, que durante años se había asumido capital del imperio Wari (700-1.100 aprox.) en estos valles, pero estudios recientes han concluido que esta ciudadela de más de 160 hectáreas, en el distrito de Chosica, pertenece al periodo tardío de la cultura Lima.

El cuerpo de información acumulado por el trabajo de arqueólogos como Ruth Shady, Inés del Águila o Isabel Flores, o de arquitectos como el mismo Gunther, Santiago Agurto Calvo o José Canziani, entre otros, ha significado un salto importante en el conocimiento de ese pasado; sin embargo, esta información hasta hoy no ha sido suficientemente difundida.

RECUPERAR Y DIFUNDIR

Hoy se tiene una idea más clara de esa línea de tiempo en términos de arquitectura monumental, que empieza unos 4.000 años atrás, y de manera ininterrumpida, arquitectónicamente hablando, desde hace unos 2.200 años hasta hoy. De esos majestuosos templos en U todavía quedan algunos ejemplos dispersos por los alrededores de la ciudad, todos en el más completo abandono. A ellos les sigue la llamada cultura Lima (200-600 d.C. aprox.), otro grupo humano de grandes constructores. Sus pirámides, levantadas con adobitos y la llamada técnica del librero, ocuparon los tres valles de Lima. Estas son algunas de las estructuras más grandes que conocemos, como la huaca San Marcos. Fue característico, por lo menos hasta 1535, la reutilización constante de estructuras previas por cada nueva cultura que ocupaba el lugar.

Así tenemos sitios como Maranga, Pucllana y Pachacamac, cuyos orígenes se sitúan antes del inicio de la cultura Lima y que sucesivas ocupaciones, como los wari, los ichma (1.110-1.450) o los incas, les dieron diferentes uso o añadieron capas de construcción.

Queda claro que, a pesar de todo lo destruido, Lima todavía está en condiciones de recuperar la majestuosidad de ese pasado arquitectónico. Esto podría ser incorporado dentro de una visión de desarrollo, proyectando la imagen de una ciudad milenaria.

Fuente: Diario El Comercio, suplemento "El Dominical". 13 de Noviembre del 2011.

sábado, 29 de enero de 2011

Los dioses andinos: Pariacaca, la cueva Cuchimacahy y el camino inca de Pachacamac hacia Jauja.

El camino de los dioses

Los dioses andinos protegían a sus hijos, pero también guerreaban con otros dioses, como en la mitología griega.

Por: Ronald Portocarrero

En los orígenes de la cosmovisión de nuestros antiguos pueblos los dioses surgen de la tierra, tienen hijos, se aman, fecundan mujeres transformándose en aves multicolores (como en el mito de Cuniraya). Pero estas divinidades son tan antiguas como la presencia de los primeros hombres en estas tierras. Con el tiempo, estos viejos dioses se perpetuaron en montañas, cuevas o lagunas, que aún hasta hoy siguen siendo rutas de peregrinaje.

Entre los mitos andinos pre hispánicos, una de estas divinidades es el dios Pariacaca, cuyo lugar se encuentra en la provincia de Huarochirí, en Lima. Con los incas, Pariacaca se convierte en uno de los mayores apus junto con Pachacamac y el sol, en una especie de trinidad celeste. Incluso geográficamente, Pariacaca aparece en el medio de un antigua ruta que unía los recintos sagrados de Pachacamac con los del Cusco.

Cada recinto era como la casa donde la divinidad habitaba y a la que acudían los hombres para pedir protección o dar testimonio de su fe y su respeto. Los cronistas españoles testimoniaron estos lugares, lo que permitió a la iglesia del siglo XVI, seguir el rastro de los peregrinos para destruir sus lugares paganos mediante lo que ellos llamaron la extirpación de idolatrías, que no era otra cosa que la intolerancia religiosa y el menosprecio por los hombre que no pensaban como ellos. Pero nunca pudieron destruir una montaña como el Apu Pariacaca. Para someter a los dioses andinos había que exterminar a los hombres. Para ello se valían del miedo, la hoguera, la soga en el cuello, la espada en la mano y la cruz en la empuñadura.

Los lugares del culto a Pariacaca se encuentran en la ruta del camino inca que partiendo de Pachacamac va hacia Jauja y recorre las cuencas de los ríos Lurín, Mala, Cañete y Mantaro. Pero es en la cuenca alta del río Cañete donde se ubica el Pariacaca.

Hay en medio de los enormes roqueríos una gran cueva llamada Cuchimacahy, un lugar que muestra testimonios muy antiguos de la presencia de los hombres en este lugar, por las estilizadas pinturas rupestres allí encontradas.

Pedro Cieza de León, el gran cronista español refiere este lugar con admiración: “Los que leyeren este libro y hobiesen estado en el Perú miren el camino que va desde Lima a Xauxa por las sierras tan ásperas de Huarochirí y por la montaña nevada de Pariacaca…[Tupac Yupanqui] dio la vuelta al Cuzco por un camino que le hizo, que va a salir al valle de Xauxa, que recorre por la nevada sierra de Pariacaca, que no es poco de ver y notar su grandeza y cuán grandes escaleras tiene, y hoy día se ven por entre aquellas nieves, para la poder pasar”.

Se refiere por supuesto a la construcción de una escalera inca de 2,000 peldaños y 337 metros de altura.

Los curas españoles no pudieron derrotar a los dioses andinos. Ellos todavía viven y convocan a nuevos peregrinos.

Fuente: Diario La Primera (Perú). 29 de enero del 2011.

lunes, 24 de enero de 2011

La primera gran extinción de seres vivos (hace 250 millones de años) fue causada por erupciones volcánicas masivas.

Volcanes y carbón extinguieron el planeta hace 250 millones de años

La primera gran extinción de seres vivos, fechada en la Tierra hace unos 250 millones de años, fue causada por erupciones volcánicas masivas que provocaron gigantescas nubes de cenizas, dijeron este lunes investigadores de Universidad de Calgary, en Canadá.

De acuerdo con la investigación publicada en la revista Nature Geoscience, las nubes de ceniza, generaron un aumento de las temperaturas y la acidificación de los océanos que acabaron con el 95 por ciento de la vida marina y un 70 por ciento de la terrestre durante el periodo Permiano.

Los expertos explican que la peor extinción ocurrida en la Tierra y que es conocida como la Gran Muerte se diferencia mucho de la ocurrida con los dinosaurios, hace unos 65 millones de años y que fue provocada -según la mayoría de los científicos- por el impacto de un meteorito.

Según Stephen Grasby, del departamento de Geociencia de la Universidad de Calgary, y sus colegas Benoit Beauchamp y Hamed Sanei, las pruebas recogidas por su equipo en el Ártico canadiense avalan la teoría de que erupciones en la región que se conoce como Siberia provocaron el incendio de cantidades masivas de carbón en la región que provocaron las nubes de cenizas.

Para ello, recolectaron en el Ártico capas de materia orgánica similar a las que producen las plantas que producen electricidad quemando carbón.

Las nubes de ceniza no solo provocaron el calentamiento del planeta sino que eran muy tóxicas, por lo que el daño se incrementó cuando se depositaron sobre la tierra y los océanos, lo que provocó la desaparición a gran escala de seres vertebrados sino también de insectos.

Durante 200.000 años la ceniza borró de la faz de la Tierra todas las formas superiores de vida, que tardarían cinco millones de años en reaparecer, dijeron los científicos
(con información de EFE).

Fuente: Diario La República (Perú). Lunes 24 Enero, 2011.

domingo, 2 de enero de 2011

Los forusrácidos, las aves de rapiña más grandes que hayan existido.

Los reyes prehumanos de Suramérica

Por: Isaac Bigio (Internacionalista)

El Estado imperial más grande que haya creado Suramérica fue el de los emperadores brasileños Pedro I y II (1822-89) y, en la época precolombina, el de los incas (pre-1532). Sin embargo, allí, antes que los humanos llegaran (hace poco más de diez mil años), hubo un reino mucho más vasto y duradero, el mismo que se extendió a la mayor parte de su extenso territorio. Este no duró algunas décadas sino decenas de millones de años.

Hace 65 millones de años, cuando se produjo la masiva extinción de los grandes dinosaurios, nuestro planeta pasó de la era cretácica a la actual (el Cenozoico), en la misma en la cual el continente de Suramérica se constituyó como tal separándose paulatinamente de Australia, India, África, India y Antártica.

Durante la mayor parte de su existencia como tal América del Sur estuvo reinada por seres que caminaban parados en dos patas y cuya altura se asemejaba a la nuestra.

Si bien Suramérica fue el último continente al cual llegaron los humanos, hasta cuando los primeros homínidos surgieron en el África hace más de 2 millones de años, éste fue el único continente cuyo sistema ecológico estuvo encabezado por cazadores bípedos. Estos eran varias veces mayores a los caballos de entonces y se alimentaba de éstos, llamas, osos, tapires, armadillos y perezosos gigantes, etc.

Estos no eran simios (quienes nunca llegaron del Viejo al Nuevo Mundo) ni tampoco mamíferos.

Eran parientes lejanos de los tiranosaurios, quienes fueron los jerarcas de la fauna norteamericana hasta antes que un meteoro les exterminase a ellos y a la mayor parte de los animales del mundo cretácico. Al igual que los tiranosaurios, estos feroces carnívoros suramericanos corrían sobre dos extremidades inferiores, tenían 2 extremidades superiores que no podían tocarse entre ellas y su gigante mordedura era letal.

Mientras los norteamericanos de hoy viven obsesionados con los tiranosaurios produciendo películas, exhibiciones, personajes, juguetes y documentales a granel sobre ellos, los suramericanos vivimos ignorando a estos animales, quienes vivieron más tiempo y estuvieron cronológicamente más cercanos a nosotros. Es más, la gran mayoría de los suramericanos ni siquiera ha oído hablar de los forusrácidos, que es el nombre que éstos tienen.

Estos no llegaron a tener el tamaño ni el peso de los tiranosaurios, pero sí sobrepasaban al de muchos dinosaurios raptores. Sin embargo, superando los 2 metros de altura y los 3 de largo los forusrácidos tienen el mérito de estar entre las aves de rapiña más grandes que hayan existido. Estos emplumados carecían de colmillos, pero tenían un pico muy filudo.

Entre 17 y 25 especies de ellos se han clasificado, siendo la mayor el "kalenkan" recientemente descubierto en Patagonia, cuyo pico es el más grande y letal de todos los que se conocen en el mundo. Este mide más de 70 centímetros (el doble de una cabeza humana). Cada día debía devorar entre 10 y 15 kilos de carne para mantener su peso de casi 200 kilos.

Fuente: Diario Correo (Perú). 02 de Enero del 2011.